Estamos llamados a promover una cultura de la misericordia basada en el redescubrimiento del encuentro con los demás, una cultura en la que nadie mire al otro con indiferencia... Las obras de misericordia afectan toda la vida de una persona. Por esta razón, podemos poner en marcha una verdadera revolución cultural, comenzando con gestos simples capaces de llegar al cuerpo y al espíritu, a la vida misma de las personas... La Palabra de Dios nos llama constantemente a dejar atrás la tentación de escondernos detrás de la indiferencia y el individualismo para llevar una vida cómoda y libre de problemas. Jesús dice a sus discípulos: «A los pobres los tenéis siempre con vosotros» (Jn 12, 8). No hay coartada que justifique no comprometerse con los pobres cuando Jesús se ha identificado con cada uno de ellos.  (20)

Año de la Misericodia